Provincia de viejos

Hay que cambiar la imagen de Zamora para que nadie se vaya

Expertos e “influyentes” buscan hoy, en un congreso organizado por este periódico bajo el título “Razones para quedarnos II. Reto demográfico y cooperación transfronteriza”, soluciones para que esta provincia encuentre su futuro pintado de colorines y rompa el molde que la hace hoy día espejo mastodóntico de esa partícula, recién descubierta por científicos, que se balancea entre la materia y la antimateria.

Ya conocemos las recetas para sacarnos de paliativos y llevarnos a planta: soluciones sostenibles, fiscalidad diferenciada, impulso de la cooperación con los amigos portugueses, fibra óptica hasta en el Cañón del Tera, energía renovable en medio de los maizales, instalaciones industriales comprometidas con el medio ambiente… y así una retahíla más larga y vieja que el Kyrie eleison. No nos engañemos, ninguna medicina vale si el enfermo no quiere curarse. Lo primero que hay que hacer cuando el alma anda alterada es untarla de manteca, suavizarla, tranquilizarla…

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La principal razón para quedarnos es que queramos. Que estemos convencidos de que Zamora tiene porvenir y que nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos tienen en esta tierra soporte vital consolidado donde asentar los restos. Vivir debería ser soportar la existencia mirando al cielo con alegría. Pues eso, lo ideal es que la voluntad coincida con un campo abonado de esperanza; pero si no ocurre así, al menos que haya voluntad para mineralizar el terreno hasta que haya tempero.

Conozco jóvenes zamoranos que te dicen así, a la cara y con argumentos, que lo que quieren es encontrar trabajo fuera para marcharse de Zamora. Y otros, que ya trabajan fuera, defienden que no se quedarían en la provincia con el salario que perciben en otras tierras. Las explicaciones de los primeros y los segundos coinciden: Zamora es una provincia de viejos, anclada en el pasado.

Pues eso, que la principal tarea de los que andamos por aquí es cambiar la imagen de esta tierra, sacar a relucir sus valores y hacer visibles sus tesoros, que los tiene y son únicos. Tenemos que hacerla atractiva para nuestros descendientes. Solo así conseguiremos que quieran quedarse y atraer a otros y otras que viven fuera. Pongámonos manos a la obra.

(Fuente: La Opinión de Zamora)

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